Cuando un niño juega está contento, experimenta, explora,
representa roles…y, por tanto, aprende. Son diversos los pedagogos y autores que,
a lo largo de los años, se reafirman en la importancia del juego para la
educación de los más pequeños.
Fiedrich Froebel, fue uno de los pedagogos impulsores de la
enseñanza a través del juego en la etapa de Educación Infantil. Afirmando que,
a través de éste, podrían construir su propio conocimiento del mundo. Tampoco
podemos olvidar a Piaget y su método de enseñanza a través del juego donde el
niño posee relación directa con su entorno para así desarrollarse tanto física
como intelectualmente. Y así, diversos autores y pedagogos.
Está claro que el juego es innato, como ya he comentado
anteriormente, pero a la hora de la práctica educativa el juego debe estar
planificado y estructurado, y claramente, tener una finalidad concreta. En el
área de Educación física se encuentra implícita esta metodología de trabajo, o
al menos, debe estar incluida. Por ejemplo, si estamos en clase con el proyecto
de los números, cuando lo llevemos a
la práctica educativa en la asignatura de educación física debemos realizar
juegos o actividades donde la finalidad sea aprender los números y divertirse a
la misma vez. Es decir, introducir los contenidos de una manera indirecta a la
vez que lúdica, pero que al final sean capaces de aprender lo cual es nuestro
objetivo principal.
Finalmente, para que haya un aprendizaje significativo
debemos partir de sus intereses y el juego es uno de ellos. Si esta faceta
innata que poseen los niños la aprovechamos y la utilizamos como recurso para que
aprendan contenidos, estamos haciendo que se desarrollen de una manera plena y
satisfactoria. Así que...¡Juguemos!
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